Reforzar con gestos lo que digo para hacerme entender.
Participar activamente en juegos de palabras y rondas.
Pedir que me repitan el mensaje cuando no lo comprendo.
Responder a preguntas sobre personas, objetos y lugares de mi entorno.
Utilizar el lenguaje no verbal cuando no puedo responder verbalmente a preguntas sobre mis preferencias. Por ejemplo, asintiendo o negando con la cabeza.
Usar expresiones cotidianas para expresar mis necesidades inmediatas en el aula.
Responder a preguntas sobre cómo me siento.